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MANUAL DEL BUEN PERIODISMO

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En estos días un asunto ha causado tremendo revuelo: el 26 de noviembre, el diario español El Mundo publicó un reportaje titulado "Cuando no hay nada para Nadia". Allí se cuenta la historia una niña de 11 años que, debido a una enfermedad llamada tricotiodistrofia, tiene el 36 % de sus células envejecidas como las de una mujer de 80 años. De llegar esta condición al 46 % de las células, la pequeña morirá. Además de los detalles médicos, la nota consigna la lucha de los padres por hacer frente a la enfermedad: excursiones a Afganistán para convencer, entre bombardeos, a un especialista de tratar a la menor, reuniones casi secretas de médicos en Houston, además de viajes a Panamá, India, Brasil, Rusia, Finlandia y Cuba. Todo para confirmar diagnósticos, reclutar médicos, y probar tratamientos que estarían aún en fase experimental.

Como era de esperarse, la historia ha saltado a otros medios de comunicación y en cuatro días la población ha donado más de 150,000 euros a la causa. Pero el caso ha dado un giro con la publicación de otra nota en El País que echa por tierra muchas de las afirmaciones del reportaje original. Si bien la enfermedad es verdadera, los supuestos doctores no existen, como tampoco existen los hospitales mencionados por el padre de la menor, ni los tratamientos. No hay, además, ninguna evidencia de que la niña y sus padres hayan estado en muchos de los sitios que afirma el padre. Ni fotos, ni comprobantes de gastos. Ante el peso de los hechos, el autor del primer reportaje ha debido disculparse y admitir que no hizo lo que cualquiera debió hacer en su situación: comprobar nombres, lugares, procedimientos, recurrir a otras fuentes. Lo que más asombra es que el periodista no es un improvisado: su ficha de autor sostiene que dirige talleres de periodismo y que ha obtenido varios premios por sus artículos, entre ellos el Ortega y Gasset 2015 en la categoría de Periodismo Impreso.

El caso viene a cuento porque, también hace unos días, se ha presentado en la Feria del Libro de Guadalajara la más reciente edición de un libro bien conocido en todas las redacciones y escuelas de comunicación de nuestro país: Periodismo Escrito, de Federico Campbell. Reeditado por la Dirección General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura del Gobierno Federal, el libro fue presentado por Carmen Gaitán, editora, especialista en arte y compañera de toda la vida del escritor, y una mesa compuesta por Jorge F. Hernández, Fabrizio Mejía Madrid y Ricardo Raphael.

Periodismo escrito, es, junto al Manual de periodismo de Vicente Leñero y Carlos Marín, uno de los textos más socorridos por los maestros universitarios, pues Campbell comparte en esas páginas los trucos del oficio de manera clara y amena: cómo hacer una nota, cómo preparar una entrevista, cómo redactar una crónica y por supuesto, cómo cotejar información. Además, reflexiona sobre los callejones más oscuros del periodismo: como establecer límites éticos, cómo lidiar con casos de engaño e infundio, cómo guardar distancia con personajes poderosos. Aborda también las habilidades que deben desarrollar los reporteros de las nuevas generaciones y hasta consejos para quienes deben viajar para hacer coberturas noticiosas. También hace una lista de los títulos que, a su juicio, debería contener la biblioteca de todo periodista.

Periodismo escrito, va más allá de un manual. Se trata, como se afirma en la nota introductoria, de "una apuesta en favor de la buena escritura y el gusto por el idioma y, además, una reflexión sobre los medios actuales de comunicación y el papel que tienen en nuestra percepción del mundo". No es un libro escrito desde la inmovilidad del escritorio: Campbell pasó la mayor parte de su vida en redacciones, pateando la calle en busca de notas y entrevistas, inmerso en lo que él llamaba "el submarino de la información". Con esa frase aludía al ritmo mental que lleva a los reporteros a formular preguntas, buscar datos y establecer conexiones. Se confesaba adicto a los periódicos y lamentaba no dedicar más tiempo a sus novelas, a la ficción pura. Decía que el periodismo le había servido sólo como anticonceptivo literario. Paradójicamente, el periodismo le dio temas y herramientas para escribir cuatro novelas, decenas de cuentos, cinco volúmenes de ensayo, dos libros de entrevistas y un diario literario.

El libro está ya en todas las librerías Educal del país, y se puede comprar también por Internet. En Torreón, la librería Educal está dentro del Museo Arocena.

Comentarios: cajondesastre77@gmail.com


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